jueves, 17 de noviembre de 2011

Intolerancia a la lactosa


En una dieta occidental los hidratos de carbono aportan alrededor del 50% de las calorías y están representados en la siguiente proporción: almidón (50%), sacarosa (30%), lactosa (6%), maltosa (1-2%) y otros. Dentro de ella, los disacáridos (lactosa, sacarosa y maltosa) alcanzan una proporción importante, especialmente en el lactante cuya única o principal fuente de alimentación es la leche. 



Como requisito para su absorción, los disacáridos deben pasar previamente por un proceso de hidrólisis en el cual las moléculas son escindidas por enzimas de membrana sustratoespecíficas (lactasa, sacarasa-isomaltasa y glucoamilasa). Como resultado, se libera glucosa, galactosa y fructosa, que son los monosacáridos que la componen. Estos a su vez, son absorbidos valiéndose de transportadores ubicados tanto en la membrana apical como basolateral del enterocito.

La intolerancia a la lactosa es un trastorno debido a un déficit de la enzima lactasa, enzima necesaria para el metabolismo de la lactosa.



En ausencia o deficiencia de actividad de la lactasa, la lactosa de la dieta no es hidrolizada y por lo tanto tampoco absorbida. Rápidamente la flora bacteriana colónica se adapta a la llegada de la lactosa e inicia la hidrólisis utilizando su propia maquinaria enzimática; produciendo de ácidos grasos volátiles (acético, butírico y propiónico) y gases (metano, dióxido de carbono e hidrógeno). Además la presencia de lactosa en el intestino grueso tiene efecto osmótico, a veces suficiente como para producir diarrea. 

La producción de gases es responsable de la aparición de flatulencia, meteorismo y dolor abdominal; la presencia de ácidos grasos por otra parte, explica la acidificación de las deposiciones, que resulta en valores de pH menores a 5,5. También pueden aparecer nauseas, cólicos y diarrea.
Cada persona puede experimentarlos de una forma diferente. Los síntomas comienzan aproximadamente de 30 minutos a dos horas después del consumo de alimentos o bebidas que contienen lactosa.

La intensidad varía según la cantidad de lactosa consumida y la cantidad que cada individuo puede tolerar.



El tratamiento consiste en quitar de la dieta la leche y todos sus derivados, lo que haría desaparecer los síntomas. Sin embargo, estos productos son una fuente rica en el mineral calcio, que tiene un importante papel en el tejido óseo. Suprimirlo de la dieta podría dar lugar a problemas óseos. 

Algunos pacientes toleran una dosis pequeña de lactosa, gracias a ello podrían sustituir la leche por yogures o queso que poseen la lactosa parcialmente hidrolizada.

Si los pacientes no toleran totalmente la lactosa se debe recurrir a leches y derivados sin lactosa, disponibles en muchos supermercados.

Otra opción sería suplementar lactasa mediante pastillas.


1 comentario:

  1. Hola:
    Queremos aportar que nosotros tenemos turrones especiales para intolerantes a la lactosa. Esperamos que os guste la idea.
    Un saludo

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